Asistimos a un tiempo donde todo está atravesado por la velocidad de los cambios, la tecnología, el consumo y eso nos ha llevado a descuidar y distanciar de lo realmente importante. Me refiero a las personas y el lugar que habitamos, nuestro planeta.
En un contexto VUCA (volátil, incierto, cambiante y ambiguo) y en plena 4ta. revolución industrial, signada por factores que mejoran calidad de vida, a costa de desigualdades, de desconsideración por el otro, de consumo ilimitado.
En respuesta a ello comienzan a tomar relevancia las nuevas economías que comprenden las necesidades del mundo actual, aquellas necesidades que comenzaron a reclamar los millenials en el pedido de conciencia sobre el trato entre personas y el cuidado del planeta.
Así, esta realidad nos convoca a reflexionar sobre cuál es nuestro propósito, y el de nuestras organizaciones. Invita a pensar en el para qué hacemos lo que hacemos, una pregunta poderosa para trabajar en un rediseño de paradigma, en una renovada visión de cómo construir nuevas realidades cuya premisa es incluir en su modelo de negocio exitoso el triple impacto.
La incorporación de este paradigma implica pensar de otra manera, cambiar el modelo de pensamiento y comprender que el éxito del negocio no solo cuenta para lo económico, sino también para lo social y medio ambiental. Para ello es necesario comenzar a cambiar el pensamiento lineal de la economía e introducir el pensamiento circular que se auto regula y gestiona el aprovechamiento de recursos a la vez que empodera y potencia la cadena de valor. Ese es el camino que se propone.
Redefinir el éxito es parte de las solución a los problemas derivados de los modelos tradicionales.
Dentro de las nuevas economías se encuentran diferentes corrientes de pensamiento que se apoyan en el movimiento de triple impacto. Entre ellas se encuentra la economía circular, empresas B, capitalismo consciente, economía del bien común, economías naranja, economías azules, economía verde, etc.
Estos modelos económicos promueven e impulsan organizaciones que generen impacto positivo, sean resilientes, equitativas, inclusivas y comprometidas con el medio ambiente.
Profundizando en la economía circular, este paradigma toma de la naturaleza y la biología del ecosistema para pensar en el desarrollo de la empresa. Considerando que la naturaleza se equilibra a sí misma y tiene hábitos que son interesantes de pensar y “copiar” o apropiarse. La naturaleza propone una cadena de valor que es autosostenible y se autocontrola. Pasemos entonces al proceso productivo aplicando la economía circular. Su base principal es Reparar, Reciclar, Reutilizar y Refabricar
Con esto lo que se logra es un impacto positivo en el medio ambiente y una conciencia de consumo responsable, ya que este modelo de pensamiento no es descartable.
Un ejemplo, es iPhone. Esta empresa de celulares trabaja con este modelo de negocio. Produce aparatos de larga durabilidad, genera software para mantener actualizados los equipos con la última tecnología. Cuando el producto llega a su fin de uso, lo reciben como parte de pago de un equipo nuevo. Tienen además robots que separan las partes y las almacena según oportunidad de reutilización.
Con este breve ejemplo es posible ver cómo se aplica la circularidad, involucrando la tecnología, agilidad y consumo responsable. ¿Qué te pareció? ¿Podés aplicar la circularidad en tu hacer cotidiano?
Licenciada en Sociología con orientación Organizacional e Innovación Social. Especializada en Dirección de RRHH por Competencias. Especialista en Gestión y Gobierno de Empresas Familiares. Especialista en Marketing. Trabaja como consultora independiente y docente en distintas instituciones educativas de Argentina.